Aunque no deja de ser el chocolate del loro dentro de la
vorágine expoliadora que invade a demasiados individuos dentro de las variadas instituciones
que rigen los destinos socioeconómicas de este país, el asunto de las tarjetas
Black con las que ochenta y tantos consejeros de Caja Madrid y Bankia dilapidaron
más de 15 millones de euros a lo largo de nueve años, es claramente indicativo
de la corrupción generalizada en las estructuras de poder de la llamada marca España. Si bien
ese montante ha indignado desaforadamente a propios y extraños apenas es casi
una insignificante gota en el pútrido océano de corrupciones repleto de EREs,
casos Urdangarín, Gürtel, Pujol, sobresueldos … y sobre todo cajas públicas
saqueadas después de desvalijar los ahorros a sus clientes.
Todos ellos están repletos de jetas que se apropian de lo
ajeno impunemente, y precisamente son los más destacados de éstos últimos, los
causantes de la ruina de Caja Madrid y Bankia son los protagonistas de las
famosas tarjetas en dinero negro con las que se lucraban sus consejeros, por si
fueran poco sus jugosos sueldos, dietas y demás prebendas. Los jetas de las tarjetas, dirigentes de las
entidades citadas y representantes políticos, sindicales y empresariales en sus
consejos de administración, muchos de los cuales acusaban a la ciudadanía de
vivir por encima de sus posibilidades, y les pedían que se ajustaran el
cinturón, podían a través de ellas, dilapidarse
entre 25.000 y 50.000 euros al año, más que el salario medio de los españoles,
sin justificación alguna y sin declarar al fisco.
Ciertamente son grandes jetas, cuya definición en el
diccionario de la RAE es desfachatez o caradura, pero también “hocico del cerdo”,
y efectivamente se comportaron como auténticos cerdos, entre cuyas acepciones
incluye la RAE la del famoso mamífero también conocido como puerco o marrano,
aunque también aporta el matiz del exceso cuando se le añade el comparativo “como”;
por ejemplo sudar como un cerdo, sangrar como un cerdo o comer como un cerdo.
Se podría decir, pues, que en Bankia y demás han robado como cerdos, es decir
en exceso, y también son cerdos en el sentido de que tienen mucha jeta. Pero
tampoco es descartable afirmar que son tan miserables, pagándose vacaciones,
ropa comida, ocio, alcohol y clubs, e incluso chucherías, helados y otras
nimiedades como parking o billetes de metro, que son auténticas ratas, tal y
como lo entiende la RAE en el sentido de personas despreciables y tacañas. Así
pues nuestro universo sociopolítico y económico se encuentra seriamente marcado
por jetas, tarjetas, cerdos y ratas, todos ellos muy democráticos. A ver cuando
lo limpiamos, porque mientras consideremos triunfadores a todos esos
impresentables trajeados y elitistas que viven en el lujo y la ostentación lo estaremos potenciando en lugar de
combatirlo.