viernes, 17 de junio de 2016

País de boludos

   La variada riqueza comunicativa de la lengua castellana se multiplicó a través del mestizaje con las diferentes culturas indio americanas a raíz de la invasión de aquellos territorios, lo que demuestra una vez más que lo que enriquece a las civilizaciones es la mezcla, la colaboración, no el aniquilamiento. De ese modo el mismo término puede hacer referencia a realidades muy diferentes según el país donde te encuentres.

   Así por ejemplo Cuba sería  un país de boludos si los cubanos utilizaran mayoritariamente calzado de puntera redonda, mientras que Uruguay alcanzaría esa categoría si la mayoría de su población fuera adolescente o el Salvador si generalizadamente los salvadoreños tuvieran un alto  nivel adquisitivo. Es cierto que la acepción más generalizada es la que se le da en Argentina o República Dominicana, de necio o estúpido, más similar a la también uruguaya de lerdo, parsimonioso o irresponsable, lo que a la  postre significa que hay más países de necios o estúpidos que de adolescentes o de adinerados.

Para comprender toda la extensión del problema y los peligros de ser un país de boludos quizás sea necesario escuchar las reflexiones del malogrado cantor y pensador argentino, Facundo Cabral, más familiarizado y conocedor del alcance del término.






   A pocos días de unas nuevas elecciones volveremos a ver hasta que nivel de boludez vuelve a escalar un país donde parecen no importar la corrupción ni los derechos sociales  y priman la especulación y el enriquecimiento a cualquier precio. 

   Y en esta boludez no hay género, todos podemos ser igual de bolud@s al elegir a los gobernantes del país.