martes, 20 de octubre de 2015

Impudicia lésbica

   Históricamente la moralidad impuesta por poderes religiosos y políticos ha sido implacable con muchos comportamientos humanos, condenándolos o sublimándolos según sus intereses. Evidentemente cada tendencia, cada cultura, cada creencia tiene sus ángeles y sus demonios de tal manera que mientras en un lugar se puede sacralizar un animal, actitud o circunstancia, en otras se sacrifican, castigan o vilipendian. Así mientras una vaca es endiosada en La India, se convierte en grasientas hamburguesas en medio planeta, mientras eruptar puede ser desagradable y deplorable en un sitio, en otro representa el respeto y el reconocimiento al anfitrión;  mientras en unos países se asiente moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, en otros lugares se niega con el mismo gesto,... al final, casi todo, a un nivel u otro, acaba siendo subjetivo, aunque, en este globalizado mundo hay comportamientos o valores que son aceptados por la mayoría hasta aceptarse prácticamente como universales. 
   Así por ejemplo, y aunque cada vez más legislaciones permiten los matrimonios homosexuales, influenciadas por las religiones mayoritarias, las prácticas sexuales entre individuos del mismo sexo se consideraban impúdicas, y aún son mal vistas por los creyentes y fanáticos de las ideologías y tendencias dominantes. Dentro de esa impudícia homosexual imperdonable se sitúa en un nivel aún más imperdonable aún la lésbica, es decir la protagonizada por mujeres. Esto era así incluso en la Grecia clásica, donde las relaciones homosexuales entre adultos, e incluso entre adultos y adolescentes (pederastia), era práctica habitual; aunque no eran tan permisivos si sucedían entre féminas. 
   Precisamente las relaciones sexuales entre mujeres reciben la calificación de lésbicas, lo que proviene de la reconocida poetisa Safo de Mitilene, quien seis siglos antes de Cristo, plasmó en sus poemas la intensidad pasional del amor entre sus coetáneas de la isla de Lesbos, donde pasó toda su vida, con excepción de un pequeño exilio en Sicilia, hecho que le sirvió para ser conocida también como Safo de Lesbos y la posterior denomiación de lesbianas o amor lésbico todo el relacionado con el amor entre mujeres. 
   La isla de Lesbos, situada en el mar Egeo, cerca de las costas turcas, es la tercera más grande de Grecia, y la octava más grande del Mediterráneo con 1.600 kilómetros cuadrados. Aunque apenas tiene 90.000 habitantes, ha recibido más de 100.000 refugiados de los cercanos conflicto de Síria, Iraq y Afganistan en lo que va de año. Solo durante las tres primeras semanas del pasado mes de agosto acogió, sin medios, ni personal, adecuados, mas de 33.000 refugiados que buscaban atravesar sus territorios para acceder a la restringida paz y prosperidad de la democrática e igualitaria Unión Europea. 
   Semanas después de que los líderes europeos llenaran sus discursos de vacuas palabras de solidaridad, la desesperada situación de los refugiados únicamente empeora a causa de la climatología, en el resto sigue prácticamente igual.
   Hace apenas una semana, y mes y medio después de que esta foto conmoviera al mundo





 Se tomaba otra igualmente descriptiva:

   La primera se efectuó en las costas turcas, la segunda en las de la isla de Lesbos, por donde actualmente pasa una parte importante de los refugiados. La verdadera deshonestidad, falta de recato y pudor; es decir impudícia lésbica no es la que se refiere al amor homosexual entre mujeres sino lo que sucede en esta isla griega donde la hipocresía política dominante pone en riesgo las vidas de unos refugiados que huyen de unos conflictos bélicos alimentados por las armas y los intereses, fabricadas unas y auspiciados otros desde las economías occidentales y sus serviles gobiernos.

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