Mientras la solicitada intervención de Miguel Ángel Revilla
en el programa Capitán Q, que, emitido a lo largo del pasado verano en la televisión pública estatal, trataba de reflejar la
riqueza de las costas españolas, era recortada en su extensión y relegada a una
franja horaria de madrugada, cambiando su habitual horario de máxima audiencia,
apenas unos días después, el espíritu de Emilio Botín lograba la hazaña de,
después de muerto, como el Cid, lograr retornar el prestigioso espacio Informe
Semanal al horario preferente que ocupó siempre, antes de ser desterrado por
las hordas del PP al ostracismo de la madrugada, la mentira y la mediocridad.
Ambos son cántabros conocidos, aunque con ideas diferentes, y mientras uno es
alabado y difundido, el otro trata de ser aplastado. Esa es la política
dominante, no tan sólo en el PP, sino en todo el orden capitalista mundial y más allá de nacionalidades o procedencias,
favorecer y encumbrar a los ricos y quienes les defienden, y desprestigiar y
aplastar a quienes no lo hacen.
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